Desde hace años sabemos que hay cámaras de vigilancia que nos vigilan en las calles, en las carreteras, en los centros comerciales. Pero eso no es nada comparado con lo que nos espera. Porque hasta ahora las cámaras estaba fijas, y lo único que hacían era mirar, sin entender lo que veían. Era necesaria la presencia humana para interpretar lo que habían grabado.
Pero ahora con los drones, el reconocimiento facial y la inteligencia artificial, todo cambia. Las cámaras pueden llegar a cualquier rincón, pueden interpretar lo que ven sin intervención humana, y pueden reconocer a personas. Pueden asociar rostros y vehículos a nombres, perfiles de redes sociales, documentos de identidad y números de la seguridad social. Pueden saberlo todo de nosotros, sin que lo sepamos. Y ya lo están haciendo.
El experimento de Egor Tsvetkov
En Rusia existía un servicio llamado FindFace, usado para encontrar cuentas de la red social VK.com a partir de una foto.
Hace unos meses el fotógrafo ruso Egor Tsvetkov puso en marcha un experimento llamado Tu cara es Big Data. Fotografió a personas al azar en el metro y consiguió localizar 24 perfiles de VK.com usando FindFace. A partir de una simple foto anónima obtuvo datos como su nombre, amigos, aficiones, comidas favoritas, y otra información personal.
Google y Facebook saben lo que haces en la calle
El móvil, en combinación con el GPS y las apps de Google, Facebook, etc., monitorean constantemente lo que hacemos al aire libre. Incluso aunque apaguemos el GPS se las apañan para saber nuestra localización aproximada con ayuda de las redes WiFI o las torres de telefonía.
Apps de mapas y rutas como Google Maps generan todo tipo de estadísticas para el Big Data a partir de las rutas que buscamos o las direcciones que les pedimos. Datos que luego tienen gran valor para los anunciantes a la hora de publicitarse en los lugares más visitados, a qué hora va la gente al cine, o cual es la pizzería más popular.
Las cámaras son solo el principio
Desde hace años, las ciudades están plagadas de cámaras de vigilancia municipales. El problema es que el único derecho que tenemos los ciudadanos, es saber qué existen. Y, por ley, deben estar a la vista. Pero no sabemos qué hacen con ellas. Qué graban, el tiempo que graban, o quién las ve.
Además la tecnología ha mejorado mucho. Ahora existen cámaras de 360 grados, a resolución 4K y con zoom de docenas, incluso cientos de metros.
Hace unos meses, en Oslo, alguien rompió sin querer el marco de un cartel publicitario de una pizzería, y se descubrió que escondía una cámara y una pantalla de ordenador en donde se recopilaban datos de todo aquel que miraba el anuncio, como el género, la edad, si estaba contento, si llevaba gafas, y el tiempo que permanecía leyendo. Todo ello sin permiso del afectado, y sin informar de que estaba siendo grabado
Llegan los drones
Hasta ahora, las cámaras podían estar en más o menos lugares, pero tenían una característica importante: eran fijas. Si sabes que en un calle no hay cámaras, nadie te va a grabar... hasta ahora. En los últimos meses, otro elemento ha entrado en escena: los drones.
Drones de la DGT ya recorren las carreteras, e incluso tienen potestad para poner multas, y aunque aquí en España aún no han llegado a los cuerpos policiales, en países como Colombia ya se utilizan para patrullar las calles de las ciudades.
Las antenas de telefonía y redes WiFi públicas
¿Acostumbras usar redes WiFI públicas de bibliotecas, ayuntamiento, o autobuses? Cada vez que nos conectamos a ellas revelamos información de dónde estamos, la hora y el día, que dispositivos usamos, etc. No sabemos lo que hacen con esta información los dueños de esas redes WiFI públicas, que en muchos casos ni siquiera conocemos.
Si nos desplazamos a lo largo de toda la ciudad, las antenas de telefonía también sirven para realizar un seguimiento de nuestros movimientos, ya que a medida que nos movemos nuestro móvil cambia de antena de telefonía a otra más cercana, para optimizar las llamadas y la conexión.
Reconocimiento facial e IA, una combinación peligrosa
Con la llegada de la inteligencia artificial, y el reconocimiento facial, de repente, ya no es necesario que un humano interprete lo que hay en una foto o un vídeo. Ahora la IA puede hacer este trabajo, sin intervención humana. Puede reconocer si en un video hay personas, y lo que están haciendo. La edad aproximada que tienen, el género, y otros datos. Con el reconocimiento facial son capaces de poner nombre y apellidos a esas personas de los vídeos, y asociarlos entre sí. Acceder a su perfil de las redes sociales, y extraer todo tipo de información.
La policía china y sus gafas de reconocimiento facial
En China, la policía de Pekín ha comenzado a usar gafas de reconocimiento facial. Simplemente mirando a una persona, recibe en pantalla sus datos de identificación.
El reconocimiento facial espía también nuestros sentimientos y estado de ánimo; si estamos tristes, contentos o enfadados, si dormimos poco o si mostramos síntomas de una enfermedad a través del rostro. Las posibilidades comerciales y publicitarias de esta información son inmensas.
Pagos en comercios y NFC
Los pagos en comercios son otra forma de rastreo, que además registran nuestros datos reales de forma inequívoca: número de tarjeta de crédito, nombre, dirección, etc.
Existen plataformas de pago gestionadas por las compañías de Internet, como Apple Pay, Samsung Pay o Google Pay.
Esto añade una capa más de intromisión en nuestros datos, porque ahora además del comercio y el banco están las multinacionales tecnológicas que de alguna forma van a alimentar el Big Data con esa información.
El metro, el autobús, los patinetes...
Compramos bonos de transporte para ahorrarnos dinero y alquilamos patinetes y coches eléctricos. Los bono registran datos como el identificador de la tarjeta, uso, fecha, etc. El alquiler de un coche o patinete implica revelar dónde lo hemos cogido, dónde lo hemos dejado, tiempo de uso, etc.
Más info: Computer hoy
Pero ahora con los drones, el reconocimiento facial y la inteligencia artificial, todo cambia. Las cámaras pueden llegar a cualquier rincón, pueden interpretar lo que ven sin intervención humana, y pueden reconocer a personas. Pueden asociar rostros y vehículos a nombres, perfiles de redes sociales, documentos de identidad y números de la seguridad social. Pueden saberlo todo de nosotros, sin que lo sepamos. Y ya lo están haciendo.
El experimento de Egor Tsvetkov
En Rusia existía un servicio llamado FindFace, usado para encontrar cuentas de la red social VK.com a partir de una foto.
Hace unos meses el fotógrafo ruso Egor Tsvetkov puso en marcha un experimento llamado Tu cara es Big Data. Fotografió a personas al azar en el metro y consiguió localizar 24 perfiles de VK.com usando FindFace. A partir de una simple foto anónima obtuvo datos como su nombre, amigos, aficiones, comidas favoritas, y otra información personal.
Google y Facebook saben lo que haces en la calle
El móvil, en combinación con el GPS y las apps de Google, Facebook, etc., monitorean constantemente lo que hacemos al aire libre. Incluso aunque apaguemos el GPS se las apañan para saber nuestra localización aproximada con ayuda de las redes WiFI o las torres de telefonía.
Apps de mapas y rutas como Google Maps generan todo tipo de estadísticas para el Big Data a partir de las rutas que buscamos o las direcciones que les pedimos. Datos que luego tienen gran valor para los anunciantes a la hora de publicitarse en los lugares más visitados, a qué hora va la gente al cine, o cual es la pizzería más popular.
Las cámaras son solo el principio
Desde hace años, las ciudades están plagadas de cámaras de vigilancia municipales. El problema es que el único derecho que tenemos los ciudadanos, es saber qué existen. Y, por ley, deben estar a la vista. Pero no sabemos qué hacen con ellas. Qué graban, el tiempo que graban, o quién las ve.
Además la tecnología ha mejorado mucho. Ahora existen cámaras de 360 grados, a resolución 4K y con zoom de docenas, incluso cientos de metros.
Hace unos meses, en Oslo, alguien rompió sin querer el marco de un cartel publicitario de una pizzería, y se descubrió que escondía una cámara y una pantalla de ordenador en donde se recopilaban datos de todo aquel que miraba el anuncio, como el género, la edad, si estaba contento, si llevaba gafas, y el tiempo que permanecía leyendo. Todo ello sin permiso del afectado, y sin informar de que estaba siendo grabado
Llegan los drones
Hasta ahora, las cámaras podían estar en más o menos lugares, pero tenían una característica importante: eran fijas. Si sabes que en un calle no hay cámaras, nadie te va a grabar... hasta ahora. En los últimos meses, otro elemento ha entrado en escena: los drones.
Drones de la DGT ya recorren las carreteras, e incluso tienen potestad para poner multas, y aunque aquí en España aún no han llegado a los cuerpos policiales, en países como Colombia ya se utilizan para patrullar las calles de las ciudades.
Las antenas de telefonía y redes WiFi públicas
¿Acostumbras usar redes WiFI públicas de bibliotecas, ayuntamiento, o autobuses? Cada vez que nos conectamos a ellas revelamos información de dónde estamos, la hora y el día, que dispositivos usamos, etc. No sabemos lo que hacen con esta información los dueños de esas redes WiFI públicas, que en muchos casos ni siquiera conocemos.
Si nos desplazamos a lo largo de toda la ciudad, las antenas de telefonía también sirven para realizar un seguimiento de nuestros movimientos, ya que a medida que nos movemos nuestro móvil cambia de antena de telefonía a otra más cercana, para optimizar las llamadas y la conexión.
Reconocimiento facial e IA, una combinación peligrosa
Con la llegada de la inteligencia artificial, y el reconocimiento facial, de repente, ya no es necesario que un humano interprete lo que hay en una foto o un vídeo. Ahora la IA puede hacer este trabajo, sin intervención humana. Puede reconocer si en un video hay personas, y lo que están haciendo. La edad aproximada que tienen, el género, y otros datos. Con el reconocimiento facial son capaces de poner nombre y apellidos a esas personas de los vídeos, y asociarlos entre sí. Acceder a su perfil de las redes sociales, y extraer todo tipo de información.
- Tesco instaló hace tiempo tecnologia de reconocimiento facial en las cámaras de seguridad de más de 500 tiendas en Estados Unidos, con el objetivo de identificar la edad y el género de sus compradores.
- Churchix es un software utilizado en iglesias para registrar qué feligreses acuden a los oficios, aunque también se usa en comercios.
- En Singapur, el servicio de transporte público quiere implantar el pago con reconocimiento facial, evitando así el uso de tarjetas o billetes de metro. Asegura que identifica a 60 personas por minuto, frente a las 40 personas por minuto que permite el pago con tarjeta, lo que aceleraría el tránsito de pasajeros.
- En Japón, los taxis japoneses usan el reconocimiento facial para mostrar publicidad personalizada a los viajeros. Analizan el rostro para ver si es hombre o mujer, si es joven o viejo, y según eso cambian los anuncios que se pueden ver en las pantallas interiores del taxi.
La policía china y sus gafas de reconocimiento facial
En China, la policía de Pekín ha comenzado a usar gafas de reconocimiento facial. Simplemente mirando a una persona, recibe en pantalla sus datos de identificación.
El reconocimiento facial espía también nuestros sentimientos y estado de ánimo; si estamos tristes, contentos o enfadados, si dormimos poco o si mostramos síntomas de una enfermedad a través del rostro. Las posibilidades comerciales y publicitarias de esta información son inmensas.
Pagos en comercios y NFC
Los pagos en comercios son otra forma de rastreo, que además registran nuestros datos reales de forma inequívoca: número de tarjeta de crédito, nombre, dirección, etc.
Existen plataformas de pago gestionadas por las compañías de Internet, como Apple Pay, Samsung Pay o Google Pay.
Esto añade una capa más de intromisión en nuestros datos, porque ahora además del comercio y el banco están las multinacionales tecnológicas que de alguna forma van a alimentar el Big Data con esa información.
El metro, el autobús, los patinetes...
Compramos bonos de transporte para ahorrarnos dinero y alquilamos patinetes y coches eléctricos. Los bono registran datos como el identificador de la tarjeta, uso, fecha, etc. El alquiler de un coche o patinete implica revelar dónde lo hemos cogido, dónde lo hemos dejado, tiempo de uso, etc.
Más info: Computer hoy