Los correos electrónicos, aunque no lo sepamos, pueden rastrear nuestra actividad en la red debido a una serie de funciones de seguimiento que suelen venir ocultos en ellos.
Los correos electrónicos cuentan con una serie de elementos utilizados originalmente para permitir a los emisores rastrear los correos electrónicos y saber así si el correo había sido leído o no. Sin embargo, tal como han podido demostrar un grupo de investigadores de la Universidad de Princeton, terceros utilizan estos elementos de control para poder llevar un seguimiento de todos los usuarios a través de internet.
Tal como aseguran los investigadores, aunque los scripts escritos en JavaScript están deshabilitados en los correos electrónicos, por seguridad, la mayoría de los clientes de correo y webmail suelen procesar código HTML y CSS, así como imágenes. Para ello, suelen utilizar cookies de terceros con el fin de procesar estas solicitudes, cookies que ya nos vinculan a un perfil y que pueden ser utilizadas para rastrearnos por la red.
Un estudio ha demostrado que el 85% de los correos cuentan con cookies de terceros (los más usados, Doubleclick y la API de Google) utilizadas para identificar al usuario, así como que el 29% de estos correos hasta facilita las direcciones de correos a terceros. La mayoría de los enlaces que pulsamos también llevan cookies de seguimiento, y el 11% de ellos hasta comparte los correos con terceros también.
Algunos servidores de correo, como Gmail, bloquean la carga directa de las imágenes de los correos y lo hacen a través de un proxy, sin embargo, aunque esta medida ayuda a reducir el rastreo (y a prevenir varios ataques informáticos), no es suficiente para tener una privacidad máxima en la red, y es que, como podemos ver, el espionaje y el rastreo a través de la red se esconde donde menos lo esperamos.
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