En el programa de televisión El Objetivo, el ex técnico de la CIA Edward Snowden hizo una denuncia: en España, "cada vez que alguien envía un mensaje de texto, hace una llamada o visita una web, se genera un registro" .
Son miles de millones de registros generados automáticamente y que las compañías telefónicas tienen a disposición del gobierno de turno:
- Cuando llamas y a quien.
- Quien te llama.
- Qué dicen nuestros mensajes de texto.
- Qué webs visitamos.
- Y lo más preocupante de todo, qué recorrido hacemos cada día desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir.
La Directiva 2006/24 / CE del Parlamento Europeo posibilitó que los
países miembros de la Unión Europea desplegaran una legislación
permisiva con estas prácticas. En 2007, España aprobó una ley de
conservación de datos relativos a las comunicaciones electrónicas ya las
redes públicas de comunicaciones.
Todo esto queda registrado en los ordenadores centrales de Telefónica, Orange, Vodafone y Yoigo (Xfera), las cuatro compañías con red propia que operan en el Estado. Los datos se ponen a disposición del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de cuatro cuerpos policiales autorizados: la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía española (CNP), los Mossos y la Ertzaintza.
Cada vez que aparece un double-check de confirmación de mensaje entrante o saliente a las aplicaciones Whatsapp o Telegram, se genera un archivo con información sobre nuestra ubicación física.
CÓMO FUNCIONA
El mecanismo es aparentemente sencillo. Nuestro teléfono móvil tiene la capacidad de buscar cobertura constantemente e intenta localizar el repetidor más cercano. Cuando se establece conexión entre el aparato y la antena, todas las tareas pendientes se ejecutan: mensajes entrantes, mensajes salientes, aviso de llamadas perdidas, etcétera. Los servicios de mensajería, los juegos en línea, los planos de ubicación y el conjunto de aplicaciones instaladas en los terminales de última generación han hecho que esta relación entre móvil y antena sea permanente. Cada diez segundos, cada cinco segundos, se puede producir un contacto. De rebote, se genera un archivo con datos referentes a la emisora, la receptora, la duración de la transmisión y la ubicación del aparato. Cuando nos movemos por las calles de una ciudad, automáticamente, nos conectamos a las antenas: en pocos segundos de diferencia, podemos interactuar con dos, tres o más repetidores. Con los archivos que generan tres de estos repetidores, se puede determinar nuestra posición con un grado de precisión elevado. Es lo que se conoce como triangulación.
El grado de control más elevado se da en Ciutat Vella (Barcelona), donde, según datos de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, hay 173 repetidores en funcionamiento. En la villa de Gracia, son 64; en el barrio de Sants, 21. La ciudad de Sabadell tiene 58, en Vic hay 29, en Manresa son 21 y en Ripoll suman 9. Municipios como Bétera y Manacor -con una superficie similar a la del distrito de Ciutat Vella de Barcelona- cuentan con 13 y 15 repetidores, respectivamente. La menor densidad de antenas incrementa el margen de error de la geolocalización.
DOS AÑOS SIN DERECHO A LA INTIMIDAD
Una excursión a Montserrat, una cena con amigas en la Barceloneta, una ruta en bicicleta por el delta del Ebro, la asistencia a una mezquita, un gimnasio o una asamblea vecinal en Benimaclet. Cualquier desplazamiento con un teléfono móvil en el bolsillo queda registrado y archivado. Para las policías, es interesante saber qué hacemos individualmente, pero aún lo es más saber qué hacemos colectivamente.
El cruce de datos de diferentes usuarias de telefonía móvil supone una información valiosa. Decenas de puntos sobre un plano pueden indicar la celebración de una asamblea, una concentración, una reunión de la ejecutiva de una formación política, etcétera. El movimiento de los puntos -en confluencia o en dispersión- también añade información extra sobre un auto, sobre si empieza o finaliza, por ejemplo.
Las compañías de telefonía pueden consultar los datos en tiempo real, pero también reconstruir nuestro pasado. La normativa europea ordena el almacenamiento de los archivos generados durante dos años. Si no son reclamados por ningún cuerpo policial, podrán ser destruidos. Si los datos son trasvasadas en los archivos policiales, en cambio, no se contempla una horquilla temporal obligatoria para su eliminación. Jazztel o Pepephone, compañías sin red de repetidores propia, no están exentas de este espionaje porque subarriendan los repetidores en las grandes operadoras. Una parte de los archivos con nuestra geolocalización también es almacenada por las compañías propietarias de las aplicaciones que tenemos instaladas en el teléfono móvil.
Fuente:
La Directa